¿Qué día es hoy? – Autora: Janet Cuenca

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Este texto corresponde al Taller Virtual de Cuentos Breves “Te cuento, me cuento en tiempos de Coronavirus”

Una tarde de otoño, a pesar de la alfombra de hojas secas cayendo en el patio de la casa, el cielo despejado azul y ni un ápice de viento, todo era normal. Una joven llamada Natalia era una estudiante alegre por cierto muy responsable su apodo era Naty, regresaba de la facultad como todas las tardes;  era su último año en la carrera.  En el camino ella siempre observaba por la ventanilla del colectivo y veía a unos niños en la escuela jugando, algunos hombres mayores que estaban tomando sol en los bancos de la plaza, también veía unas mujeres realizando actividades físicas alrededor y los pájaros como siempre rompían el silencio desde los árboles con sus cantos incesantes. Llegaba a su pequeña casa era un monoambiente muy acogedor, cómodo pero muy ordenado , rodeado de hermosos árboles y arbustos, enfrente había unos edificios muy altos con las luces encendidas de colores, ella vivía sola en la ciudad de Posadas, ya que su madre Rosita residía a unos 100km. de allí, bastante lejos, pero siempre que podía venia a visitarla los fines de semana, pasaban el tiempo juntas, iban de compras, haciendo las actividades de la casa, entre otras . La madre era una mujer muy trabajadora y se preocupaba mucho por el bienestar de su hija Naty.

Era una mañana del veinte de marzo, Natalia como todas las mañanas, despertó,  se hizo el desayuno y prendió la televisión para informarse;  pero se llevo una gran sorpresa, encontró que en todos los canales aparecían los títulos urgentes que decía: ¡ Nuevo virus que arrasa en varios países ha llegado a la ciudad!, donde se detectaron los primeros casos de infección y automáticamente las autoridades habían tomado las medidas sanitarias o de  prevención para evitar los contagios y muertes en la ciudad. Desde ese momento todo cambió, las rutinas cotidianas en aquella sociedad. No se podía salir de las casas, las salidas estaban limitadas , solo para realizar compras esenciales como ser alimentos, medicamentos e ir a trabajar. Se habían suspendido y cerrado temporalmente todos los negocios comerciales, excepto los supermercados, farmacias y otros considerados indispensables.

El gobierno declaró una cuarentena estricta, la llamaban aislamiento social, preventivo y obligatorio, pues no era una cuarentena en sí, para evitar la propagación del virus denominado  SARS-CoV2 causante de la nueva enfermedad Covid-19, este virus era muy fácil de contraer, ya que se contagiaba de persona a persona, a través de las gotitas procedentes de la nariz y de la boca que salían despedidas cuando una persona infectada  tose, estornuda o habla y por el contacto con manos, superficies u objetos contaminados, son luego llevados a alguna cavidad. Por este motivo debían mantener un distanciamiento social de unos dos metros aproximadamente y tomar las medidas recomendabas por la O.M.S. (Organización Mundial de la Salud), usar barbijos o tapabocas y mantener la higiene personal como el lavado de manos. Por ende agua y jabón de pronto pasaron a ser muy cotizadas y buscadas; las iglesias, escuelas, facultades y parques quedaron desolados y los hospitales pasaron a ser los lugares más repletos por personas infectadas por aquel virus.

Lunes, martes, miércoles…cualquier día ya era igual, habían pasado 100 días encerradas desde que aquel virus había llegado a la ciudad; todo era muy raro no se podían acostumbrar. El wifi y la conexión a internet fue el nuevo motivador para no pasar tanto estrés, poder distraerse y mantenerse comunicados con las demás personas amigos, familiares etc. A pesar de todo eso,  la madre de Natalia la llamaba por lo menos una vez al día e intentaban hablar por videollamadas y, si unos segundos invadía el silencio era porque se cortaba la conexión.

La madre llamó a Natalia y preguntó:

-¿Hija me escuchas bien? ¿Alguna novedad para contar?

– La misma de siempre, tuve mis clases virtuales, aprendí temas nuevos, por la mañana limpié mi casa. Todo bien, hay que aprovechar el tiempo y volverse productivo, deseando que vuelva la vida anterior, los viajes, encuentros con amigos, los besos y abrazos.

– Sí hija, no te preocupes, ya verás que muy pronto todo volverá a ser como antes.

Así fue la cuarentena que llevaba ya más de cien días para Natalia y su madre Rosita, adaptándose a las nuevas medidas sanitarias para poder convivir con las demás personas. Cuando por fin Natalia pudo volver a salir a la calle, sintió una suave brisa perfumada en su rostro y sus pies llenándose de esas hojas secas de color rojo y dorado, rodeada de esos árboles que cuando el viento soplaba, las hojitas bailaban e iban cayendo al suelo una tras otras, escuchando el canto de aquellos pájaros que resonaban en sus oídos.

Janet Cuenca
Reside en Clorinda, Formosa.
Egresada 2020 con máxima calificación de la Carrera Secretariado Ejecutivo Universitario FCE/ UNaM

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