Corredor virtual – Autor: Martín López

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Este texto corresponde al Taller Virtual de Cuentos Breves “Te cuento, me cuento en tiempos de Coronavirus”

Después de casi noventa días de confinamiento, poco a poco volvimos a la normalidad. Y esa nueva normalidad me llevó a renacer a la vida. Un nuevo nacer de una de mis pasiones que es correr. Como corredor amateur tengo cinco maratones y más de treinta carreras corridas, los cuales me dieron los títulos de corredor, maratonista y ultra tráiler.

Ahora podía volver a correr, pero de manera virtual.

¿Una carrera virtual? Si, una corrida en formato virtual donde como corredor me inscribo, elijo una distancia y corro donde deseo: ya sea en el asfalto, senderos de tierra colorada o en una cinta de correr.

Algo totalmente novedoso en mis diez años como runner. Pero con miedo decidí darme una oportunidad y aprender de esta nueva experiencia de la vida virtual. Una nueva experiencia, a las aprendidas durante los meses de aislamiento obligatorio. Donde canté cumpleaños feliz por Zoom, realicé entrenamientos con profesores de España y de Estados Unidos por YouTube y hasta recé por GoogleMeet. Ahora estaba por vivir una de mis pasiones, vía online.

Me inscribí en una carrera de diez kilómetros del 26 Gold Cost de Estados Unidos de mediados de junio, para empezar a tomar ritmo y volver a sentir la adrenalina de colocarme las zapatillas. Mandé la solicitud y me aceptaron. El único requisito era que al finalizar “la carrera” debía subir una fotografía con los minutos y segundos de la corrida.

En esta competencia no había retiro de kits. Un momento donde me emociono como  atleta urbano, al recibir la remera del evento y el número de participante. Lugar que empiezo a sentir la adrenalina del punto de partida.

Pasaron los días y llegó el domingo 21 de junio. Sensaciones encontradas pasaban por mi cuerpo. Me levanté temprano, realicé los mismos rituales que llevo adelante en carreras “normales”. Desayuné “algo livianito”, preparé la ropa y coloqué el reloj Garmin en cero. Realicé un precalentamiento para entrar en ritmo y me dispuse a correr.

Empecé la carrera y el reloj con GPS marcó los primeros minutos.

Faltaba el público que me alienta y la cuenta regresiva que me pone la piel de gallina, imaginando los kilómetros que estas por recorrer. Faltaban esas charlas previas con corredores ocasionales que están a tu lado y la megafonía con músicas motivadoras como las de Queen con “We are the Champions” o algunas de la película Rocky. Todo eso faltaba, pero estaba feliz de volver a pisar las calles  posadeñas.

Cada uno de los kilómetros por el Acceso Oeste fueron diferentes. No era un entrenamiento de los acostumbrados a hacer durante la semana. Mis competidores “imaginarios” estaban en todas partes del mundo (Colombia, Sudáfrica, India, Australia y hasta en Birmania). Los pensaba corriendo en relieves diferentes y en climas totalmente extremos.

Me crucé con algún corredor que realizaba sus fondos domingueros. Eso me dio ánimo y rememoré las frases de mis entrenadores virtuales como que “La vida hay que vivirla a pinchu”, “En cada kilómetro hay que darle lija fina” o “Siéntete orgulloso de lo que conseguiste en el día de la fecha”.

Al llegar a la “meta” el reloj marcó cuarenta y cinco minutos. Estaba emocionado de correr una carrera. Una carrera sin medallas finisher, sin alientos de llegada de los últimos metros y sin abrazos con  mis seres queridos. A pesar de que no tenía nada de eso, mis ojos se llenaron de lágrimas porque además de ser corredor, maratonista y ultra tráiler, sumaba un nuevo título al cuadro de honor. Ahora soy CORREDOR VIRTUAL.

Martín López
Abogado.
Docente en la Facultad de Ciencias Económicas de la UNaM. Escritor.

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